Medalla 131: Tres Xiquitas de oro

09 jul Medalla 131: Tres Xiquitas de oro

Historia de las medallas olímpicas españolas

Echegoyen, Toro y Pumariega ganaron el único título olímpico de Elliot 6

La constante renovación, y a veces revolución, de los programas de vela olímpica, depararon que en 2012 se incluyera en el programa el ‘match-race’, las regatas de barco contra barco que periódicamente conseguían un hueco en el panorama de primera línea con la disputa de la Copa del América. Se introdujeron como clase específicamente femenina y, para favorecer una extrema igualdad que deparara unas regatas que fueran el no va más de la emoción: el barco sería completamente nuevo, el Elliot 6, un velero de seis metros de eslora para tres tripulantes, que se fabricaba en único astillero. Y como la decisión se tomó en 2008, todo el mundo tendría el mismo tiempo para prepararse. Poco después se introdujo otra variante en el plan olímpico: por esas cosas federativas, resultó que el todavía casi nonato barco se sacó del programa de Río 2016: total, que quien quisiera ser olímpico a bordo del Elliot 6 en Londres sabía que sería para una vez y no más.

En el mundo de la vela olímpica hispana fue Támara Echegoyen quien tomó la decisión. Se había quedado fuera por poco del 470 de Pekín y buscaba una nueva clase en la que seguir su carrera. Y le pareció que un cambio radical sería bueno. Enroló con ella rápidamente a Sofía Toro, una joven regatista que no hacía tanto que había abandonado los optimist y los snipe, y luego a Ángela Pumariega, que pese a no alcanzar tampoco los 30 años estaba compitiendo en regatas Master. Y con buenos resultados.

Carlo Borlenghi

Y así, en 2009 se instalaron en el centro de tecnificación de Villagarcía de Arousa. Barco no tenían: estaba encargado pero llegaría en 2010, así que empezaron con uno provisional, de plástico, por ver como se coordinaban en un espacio de dos metros cuadrados que se reduciría incluso en el momento de la verdad, porque entre las tres no llegaban al peso que se estimaba óptimo de 200 kilos totales. Cuando el barco llegó pasaron primero a clasificarse para la competición internacional y luego a disputarla. En toda España había seis barcos y dos tripulaciones que aspiraban a los Juegos. La sorda lucha de una contra otra por hacer más méritos se decidió a favor de Echegoyen, Toro y Pumariega sobre Roca, González y Cacabelos a solo 90 días de los Juegos. Eran, también, campeonas de Europa.

La primera parte del trabajo ya estaba hecha pero quedaba la más importante. Al menos buen humor y optimismo había: Además de ellas estarán once participantes ante las costas de Weymouth, y a todas las habían vencido al menos una vez. Las horas de agua estaban echadas: si las demás pasaban tres horas en el barco, ellas pasaban seis. Las de video, también: ellas, Manu Weiler, experto en match race y Santi López Vázquez sometieron a tal marcaje a las rivales que prácticamente sabían a qué sabían. Y en fin, que cuando se presentaron a las regatas el único peligro era que las demás hubieran trabajado más y mejor que ellas y los inevitables azares de los vientos, que igual valen para un Elliot 6 o para un crucero de seis palos. Pero lo demás estaba hecho.

Y como suele suceder en estos casos, los resultados llegaron. Otra clase de labor estaba hecha ya: las redes sociales habían tomado carta de naturaleza en el mundo del deporte y ellas habían tomado la decisión de presentarse no de una en una, sino como equipo: El Xiquita’s Team, que a base de ir narrando los azares de la carrera olímpica, los buenos momentos y los malos, había logrado implicar a todo el mundo. Así, todos celebraron su triunfo inicial ante las anfitrionas británicas en la primera regata olímpica y su pase a los cuartos de final con una sola derrota ante Finlandia, campeona del mundo.

La configuración clásica de las regatas era sencilla: se sale y se llega lo más adelante posible. La del match race, también. Se hace lo mismo, pero sólo entre dos barcos. Quien más victorias acumula pasa en mejor posición a la segunda fase. España sólo cedió dos derrotas y algo más de sudor que las rivales: Dinamarca, vieja conocida española cuando de liarla en vela se trata, consiguió que se repitiera su regata de la primera fase. Un día de descanso menos pero dio igual: nuevo triunfo ante las danesas y después ante Francia en cuartos. En este caso 3-0 pues la apuesta subía al mejor de cinco regatas ganadas. Las Xiquitas ya estaban luchando por las medallas. Con rusas, finesas y australianas, que llegaban a esa fase invictas.

Carlo Borlenghi

El duelo ante Rusia en semifinales tuvo también ‘historia’: se dio por concluido con triunfo español por 2-1 después de dos espectaculares triunfos de las Xiquita’s, sobre todo el segundo, en el que erraron en la salida. Se anularon las siguientes regatas por problemas de viento y horario: Rusia protestó y se les aceptó pero demasiado tarde: no siguieron el conducto reglamentario -y recordemos que en la vela es tan importante el reglamento como lo que sucede en el mar- y el resultado se dio por bueno.

El día de la final, ante Australia, no era uno más pero lo empezaron como si lo fuera: estirando músculos al ritmo del regetón ‘La Vaina Loca’ en un video de Van Damme. Luego, echándose al agua. Las ‘aussies’ fueron duras rivales: ganaron una regata hasta después de que una de sus tripulantes cayera al agua, pero la lectura de los vientos española fue mejor en la definitiva: 3-2. Y cuando se bajaron del barco les estaba esperando la medalla de oro: sería la única que se repartiera en esa clase. Y era suya.

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FERNANDO M. CARREÑO 02/07/2021 – 15:39
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